En este sección REEDES ofrece al público las reflexiones de algunos de sus socios en forma de entrevista. Las entrevistas giran entorno a aquellas temáticas de actualidad en relación a los estudios del desarrollo, así como en relación a las temáticas en las cuales los entrevistados están especializados.

Entrevista a Julia Espinosa Fajardo, experta en evaluación, políticas públicas e igualdad de género

Foto Julia

PERFIL DE LA ENTREVISTADA

  • Lugar y fecha de nacimiento: Cazorla (Jaén),  23 de noviembre de 1979
  • Cargo e institución de trabajo: Investigadora post-doctoral, Universidad Complutense de Madrid. Investigadora del Observatorio de Género sobre Economía, Política y Desarrollo (GEP&DO).
  • Especialidades en estudios del desarrollo: evaluación, políticas públicas, igualdad de género.
  • Una obra de los estudios del desarrollo que recomendarías: Naila Kabeer (1998) (1994) Realidades trastocadas. Las jerarquías de género en el pensamiento del desarrollo. México D.F., Universidad Autónoma de México y Editorial Paidós Mexicana. Una referencia clásica de los estudios de género y desarrollo clave para entender la dicotomía mujeres vs. género y cómo se han abordado las cuestiones de igualdad de género en el pensamiento del desarrollo.
  • Página web personal: https://ucm.academia.edu/JuliaEspinosaFajardo

ENTREVISTA

Julia, ¿cómo ves los estudios de desarrollo en España?

Los estudios del desarrollo en España constituyen un área con trayectoria en nuestro país pero aún con espacio para seguir avanzando y consolidándose. La constitución de la Red Española de Estudios del Desarrollo (REEDES) en 2011 recoge esta trayectoria así como la voluntad de ahondar en los estudios del desarrollo, de dotarlos del reconocimiento que precisan en el ámbito académico y de promoverlos como una herramienta clave para la toma de decisiones políticas y la mejora de la acción pública.

En el caso español, su evolución se vincula a la propia historia de la cooperación internacional para el desarrollo en nuestro país pero también va más allá. Así, los estudios del desarrollo han dirigido la mirada a la cooperación como una de las vías para promover el desarrollo a escala global pero también a las causas estructurales que están detrás de las desigualdades internacionales de diferente índole (económica, social, de género, etc.). Los cambios en el escenario internacional así como en las aproximaciones al desarrollo desde la Academia y la sociedad civil plantean la necesidad de seguir profundizando en el estudio de qué entendemos por desarrollo, cuáles son los factores que lo facilitan y lo limitan y qué estrategias y mecanismos pueden ponerse en marcha para avanzar en esta dirección. Asimismo, ponen de relieve la necesidad de mirar a los procesos y a las personas –y no sólo a los objetivos programáticos y a las cifras– para promover una mayor equidad.

Ante el actual contexto nacional de amplios recortes en materia de investigación y Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), sin embargo, la labor investigadora en esta área se hace complicada y se corre el riesgo de que caiga en saco roto todo el trabajo desarrollado por compañeras y compañeros en las últimas décadas. A este respecto, resulta clave poner los estudios del desarrollo en la agenda y trabajar de forma conjunta en esta dirección fortaleciendo la relación entre Academia y sociedad civil.

Desde tu experiencia, y como miembro del Observatorio de Género sobre Políticas, Economía y Desarrollo, ¿cómo valoras la situación de los estudios de género y desarrollo en nuestro país?

En el área de los estudios de género y desarrollo, una de las referencias clave es el Instituto Hegoa que, dentro de su línea de investigación feminismo y desarrollo, ha venido impulsando diversos estudios en esta dirección así como formación específica en diferentes formatos. Su orientación ha sido tanto de abordaje teórico y metodológico como de acción política y trabajo con organizaciones de mujeres y feministas. Junto con el Hegoa, el área de género del Instituto Complutense de Estudios Internacionales y la Red GEDEA (Género en Desarrollo y Eficacia de la Ayuda) también han sido centrales para impulsar la investigación sobre género y desarrollo en los últimos años.

De forma paralela, el Magíster en Género y Desarrollo del Instituto Complutense de Estudios Internacionales ha venido formando a profesionales en esta materia en los últimos veinte años. Muchas de sus exalumnas, de hecho, trabajan como expertas de género en diferentes organismos internacionales, instituciones públicas así como en ONGs y organizaciones feministas de base. El Magíster, que es coordinado por el área de género del ICEI y comienza su XI edición este mes de octubre, ha logrado crear una masa crítica que trabaja a lo largo de todo el planeta para lograr integrar la perspectiva de género dentro del corazón de la política.

Sin embargo, queda mucho camino por recorrer. A los recortes en ayuda oficial al desarrollo y en investigación que vienen siendo ejecutados desde el comienzo de la crisis, hay que unir una fuerte caída de los presupuestos destinados a género. A este respecto, de acuerdo con la Plataforma de Impacto de Género Ya (http://impactodegeneroya.blogia.com/), los presupuestos del Estado 2013 destinaban un 24% menos a políticas de igualdad que el año anterior, casi el triple de la media de los ministerios que se sitúa en el 8,9%.

Esta situación dibuja un panorama crítico. Incorporar una perspectiva de género en nuestros estudios del desarrollo resulta clave para poner sobre la mesa cómo el desigual orden de género reproduce la discriminación contra las mujeres y genera perversos impactos de género. Pero no sólo eso,en tanto que la igualdad de género es un requisito previo para el desarrollo y la paz -como se reconoció en la Conferencia de Beijing (ONU, 1995)-, este tipo de investigaciones resulta clave para avanzar hacia un mayor desarrollo.

¿Qué opinas del papel que juega la evaluación en las políticas de desarrollo en nuestro país, y cómo reivindicarías su importancia?

La evaluación de las políticas de desarrollo constituye una herramienta central para aprender y mejorar nuestras políticas y para la rendición política de cuentas a la ciudadanía. En los últimos años, se ha avanzado con el establecimiento de una política de evaluación en la cooperación española que revela la centralidad –en el papel– de la función de la evaluación en nuestra cooperación y también se han dado pasos clave con la publicación de orientaciones y aproximaciones para la evaluación del desarrollo. Ahora bien, los recortes en la AOD también están teniendo repercusiones sobre la evaluación y se precisa seguir trabajando para que la evaluación esté dotada de suficientes recursos. No es posible llevar a cabo un ejercicio sistemático y serio de evaluación con presupuestos de 3.000 euros.

Junto con la escasez de recursos, e íntimamente ligado a este desafío, es necesario también profundizar en la cultura evaluativa de los y las diferentes agentes de la Cooperación Española. Aunque poco a poco va cambiando la visión de la evaluación, en muchas ocasiones ésta se sigue considerando como un ejercicio para las agencias donantes. A este respecto, se pierde todo el potencial de la evaluación como una oportunidad para aprender sobre cómo sucede el cambio. La evaluación constituye una herramienta central para analizar qué factores influyen en que el programa genere los resultados esperados y cómo es posible seguir avanzando en la línea de acción de dicho programa. Esta mirada a cómo funcionan los programas y cómo se produce el cambio resulta clave para avanzar en nuestras políticas y programas de desarrollo. En el contexto internacional, la evaluación ha tomado en los últimos tiempos cada vez más fuerza y así se pone de manifiesto en el hecho de que 2015 ha sido reconocido como el año internacional de la evaluación. En el marco del 2015, además, son diversas las acciones ligadas a la Iniciativa EvalPartners que justo están poniendo el foco en mejorar la cultura y capacidades evaluativas de los y las agentes de desarrollo.

¿Cómo deberían integrarse los estudios de género en los estudios del desarrollo?

Los estudios de género y los estudios del desarrollo se encuentran íntimamente ligados por su propio foco de estudio. Mientras que en los estudios de género el foco se pone en las mujeres y los hombres, las niñas y los niños; en los estudios del desarrollo el foco también suele encontrarse en las personas. El reconocimiento de esta estrecha vinculación ha de ser el punto de partida para toda reflexión sobre cómo seguir avanzando en esta materia.

Desde una perspectiva práctica, resulta central la existencia de estudios específicos sobre género y desarrollo que puedan contribuir al conocimiento sobre las relaciones entre género y desarrollo. Esto se traduce en investigaciones y publicaciones temáticas, en sesiones específicas en los congresos, en módulos formativos en nuestros cursos sobre desarrollo, entre otras acciones. Ahora bien, en línea con la estrategia de mainstreaming de género, también se precisa incorporar la igualdad de género en los estudios del desarrollo considerándola como un tema central e incorporándola de forma transversal. Esta segunda propuesta de abordaje es la que suele resultar más compleja puesto que no todas ni todos contamos con formación específica en materia de género. No obstante, quizá si puedan pensarse en acciones concretas como: la inclusión de preguntas de investigación específicas sobre las diferentes necesidades y situaciones de partida de mujeres y hombres; la inclusión de comunicaciones de género en sesiones no específicas en los congresos; la referencia a obras clave de género en las diferentes materias trabajadas en nuestros cursos; entre otras cuestiones.

Por |2021-02-10T11:49:42+01:0010 julio, 2014|Entrevistas|Comentarios desactivados en Entrevista a Julia Espinosa Fajardo, experta en evaluación, políticas públicas e igualdad de género

Entrevista a Jose Antonio Sanahuja, Vicepresidente de REEDES y profesor titular de la Universidad Complutense de Madrid

Jose Antonio Sanahuja ofrece una conferencia sobre el cristianismo en el mundo

PERFIL DEL ENTREVISTADO

  • Lugar y fecha de nacimiento: Madrid, 2 de agosto de 1962
  • Cargo e institución de trabajo: Profesor titular de Relaciones Internacionales, Universidad Complutense de Madrid. Investigador en el Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI)
  • Especialidades en estudios del desarrollo: Cooperación internacional al desarrollo. Regionalismo e integración regional. Relaciones Internacionales y política exterior
  • Una obra de los estudios del desarrollo que recomendarías: Roger Riddell (1987), Foreign Aid Reconsidered, Londres, ODI/ The John Hopkins University Press: un trabajo clásico, pero aún relevante, con una exhaustiva discusión sobre los porqués de la ayuda desde el punto de vista de la filosofía política y la economía política.
  • Página web personal: https://ucm.academia.edu/JoseAntonioSanahuja

ENTREVISTA

¿Cómo ves la situación actual de los estudios del desarrollo en España?

En una perspectiva de largo plazo, de dos o tres décadas, el balance es necesariamente positivo. El desarrollo internacional se ha afirmado ya como problemática y objeto de estudio y existe ya una cierta “masa crítica” de investigadores y docentes, con redes académicas, formales e informales; un número significativo de centros de estudios e investigación, programas de formación reglada y no reglada y ha aumentado mucho la producción bibliográfica. Esa infraestructura no existía hace sólo algunas décadas. La propia aparición de la Red Española de Estudios de Desarrollo (REEDES) y su amplia membresía podría ser considerada un indicador de esos avances.

Todo esto puede parecer obvio en este momento, pero no lo es tanto si se considera de dónde venimos. Hace sólo tres décadas, sólo un puñado de precursores se ocupaba de estos asuntos desde la economía política, las relaciones internacionales o los estudios de área, generalmente centrados en América Latina. Pude conocer como estudiante a algunas de estas figuras pioneras, que me permito mencionar como reconocimiento a su contribución: Pepe Déniz, Paco Alburquerque, Enrique Palazuelos, Alfonso Dubois, Koldo Unceta, Arcadi Oliveres, Pep Ribera… Ellos crearon las condiciones para que después empezáramos a trabajar lo que podría ser una “segunda generación” en los estudios del desarrollo en España.

Ya en los noventa, merced al proceso de internacionalización y de europeización de España, los estudios del desarrollo han ganado peso y se han extendido a otras muchas áreas científicas, como respuesta a la demanda de conocimiento especializado que supone esa presencia global, el despliegue de una acción exterior más intensa, y de una política de cooperación al desarrollo que llegó a convertirse en una de las señas de identidad como actores internacionales de España y de la UE.

Sin embargo, esta valoración positiva no debe ser motivo de complacencia. Los estudios del desarrollo aún no tienen el reconocimiento que merecerían en las estructuras académicas y en las políticas de investigación, su proyección internacional es aún escasa, y no tienen el papel que se les otorga en otros Estados miembros de la UE o de la OCDE. En los grandes debates doctrinales estamos aún rezagados –la agenda está aun más marcada por la recepción y adaptación doméstica de lo internacional, que por la innovación y la capacidad propositiva en los foros globales—  y el actual ciclo de recortes e involución en las políticas de ciencia e innovación, educación y cooperación al desarrollo hacen difícil avanzar e incluso se observan retrocesos.

¿Qué aspectos consideras prioritario reformar en España para potenciar los estudios del desarrollo y converger, en esta materia, con Europa?

Desde REEDES hemos planteado una agenda ambiciosa que por supuesto suscribo, y quisiera recordar: necesitamos, en primer lugar, un mayor reconocimiento de los estudios de desarrollo y de su carácter multidisciplinar. Sólo así se lograría que el desarrollo deje de ser considerado un área marginal en todas las disciplinas o campos científicos, tanto en las ciencias sociales como en otras áreas, alejado del “núcleo duro” de cada una de ellas. Ello puede promoverse a través de un área de conocimiento específica, o de otros mecanismos que aseguren su reconocimiento y su naturaleza multidisciplinar en la evaluación de la actividad investigadora, o en la acreditación del profesorado y el personal investigador, ahora en manos de comisiones de grandes áreas científicas pero cuyo funcionamiento interno sigue estando muy segmentado conforme a las áreas y las divisiones académicas tradicionales. Puede ayudar también la definición de un currículum especializado, y que aparezcan asignaturas específicas y titulaciones de posgrado de carácter oficial en materia de desarrollo. Contribuiría también el reconocimiento del desarrollo como ámbito específico en la evaluación de la actividad investigadora. El hecho es que esa falta de reconocimiento penaliza la multidisciplinariedad de los estudios de desarrollo. Es significativo lo que ocurre con los procesos de acreditación del profesorado universitario y, sobre todo, la evaluación de la actividad investigadora a través del reconocimiento de los sexenios en la CNEAI: en no poco casos hemos de publicar trabajos bien asentados en el “núcleo duro” de nuestras disciplinas para acudir a esas convocatorias, a sabiendas de que aquellos que tienen que ver con desarrollo pueden ser peor valorados y penalizar a quien los presente.

La situación parece ser algo mejor en las convocatorias de investigación, que escapan en parte a la compartimentalización que existe en las convocatorias antes mencionadas. No obstante, también sería necesario integrar mejor los estudios de desarrollo en los planes nacionales de I+D+i. La propuesta de REEDES, en particular, es que el Ministerio de Economía y Competitividad incluya el desarrollo global como una de las “prioridades científico-técnicas y sociales” de la estrategia estatal de innovación.

Igualmente importante es la articulación de los estudios de desarrollo con la política de cooperación, en varias dimensiones: primera, la contribución que el conocimiento especializado pueda hacer al debate internacional sobre la política de desarrollo, al que España no puede ser ajena; segunda, en una dimensión más aplicada, a la generación y transferencia de conocimiento a los actores públicos y privados de la cooperación española; tercera, a la actividad de análisis de contexto y de evaluación y sistematización de la experiencia, para que la AECID y otros actores se configuren como verdaderas “organizaciones de aprendizaje”, y mejoren también su rendición de cuentas. Ninguna de estas vías o mecanismos de articulación de los estudios del desarrollo y la política de desarrollo está hoy bien resuelta, más allá de actividades o encargos puntuales a algunos centros o especialistas para preparar los papeles con los que la cooperación española se autolegitima en los foros internacionales. Siguen pendientes de respuesta demandas tan antiguas como básicas, como la existencia de un plan de actuación y una línea de financiación de investigaciones sobre cooperación al desarrollo, de carácter competitivo y con criterios objetivos, ajenos a la discrecionalidad del político de turno. Por lo tanto, habrá que seguir insistiendo en lo más elemental…

¿Cuál debería ser el papel de los centros de estudio y de las universidades españolas en los estudios del desarrollo?

La respuesta parece obvia: formar e investigar, desde el rigor científico y el compromiso con la excelencia académica. Creo que es necesario reconocer la contribución de la universidad y los centros de estudio para proporcionar una formación de calidad a toda una generación de profesionales de la cooperación que hoy trabajan tanto en ONG como  —cada vez en mayor medida por la crisis—  en organismos multilaterales y agencias de cooperación de otros países. Un rápido repaso a la producción bibliográfica y a la cantidad y calidad de las tesis doctorales presentadas en los últimos años muestra que también se ha hecho una contribución relevante a la investigación. Sin embargo, pese a ser obvio, ese papel no siempre se reconoce: ya se ha señalado que no ha habido fuentes de financiación estables para esa actividad, y paradójicamente, otros actores como las ONG han podido disponer de mucha más financiación para hacer investigación sin contar con las garantías ni el personal adecuado para ello.

Por otro lado, es obligado mencionar las dificultades que supone una oleada de recortes sin precedentes en materia de I+D+i, universidad o cooperación. En los últimos años, por citar casos conocidos, han desaparecido totalmente centros como el CEALCI de la Fundación Carolina, se ha reducido la actividad de otros, como el ICEI o CIDOB, los think-tanks funcionan a medio gas, y las ONG que no están desapareciendo se están retirando de este actividad. Todo esto supone un evidente riesgo de desinstitucionalización y de pérdida de recursos humanos, y de retroceso en la presencia en redes y foros internacionales. Veremos si las consecuencias son irreversibles o se ha logrado consolidar un “piso mínimo” que  logre resistir este ciclo adverso. Y sobre todo, hemos de aprender de este ciclo para valorar mejor los riesgos que supone que no existan políticas públicas consolidadas, y que en este como en otros asuntos, más allá de los recortes, estemos al albur de los vaivenes políticos que impone el gobierno de turno.

Cabe recordar que no tenemos, por ejemplo, un gran centro de referencia como podría ser el ODI en el Reino Unido, el DIE en Alemania, o el CGD en Estados Unidos. No estoy seguro de si ese sería un modelo factible para España —hay que preguntarse cómo se podría financiar si no es con apoyo público, y en el caso español no parece factible asegurar un estatuto que asegure su independencia respecto a la política partidista—, pero la alternativa no parece ser mejor: buena parte de los centros existentes, que a duras penas se sostienen con el respaldo de las universidades, también son dependientes de los fondos públicos. Y no existen mecanismos de financiación estables a los que recurrir, lo que comporta evidentes riesgos tanto para su independencia, como para la continuidad y la estabilidad del esfuerzo investigador. Esta es una cuestión que requiere una mayor reflexión, que no debería ser ajena a un mejor conocimiento de la experiencia comparada.

Como especialista en cooperación internacional para el desarrollo, ¿en qué situación se encuentra actualmente España?

Es un desastre sin paliativos. Probablemente, estamos en el peor momento de su historia. Veamos, en primer lugar, la evolución de las cifras: desde 2010 la caída acumulada es del 70%, y el 0,16% del PIB como AOD en 2012 y 2013 nos retrotrae a niveles de los años ochenta… Y esos datos son en parte el resultado de un artificio contable bien conocido: el CAD atribuye a España parte de los recursos de la AOD de las instituciones europeas, que en realidad está fuera del ámbito de decisión de España, y representa ya más de 40% de la AOD total. Los recortes están generando ya distorsiones difíciles de justificar: la mayor partida de gasto de la AECID se dirige ya … a la propia Agencia, que destina más de un tercio de su presupuesto a su propio sostenimiento. Estamos muy por debajo del umbral mínimo necesario para hablar de la política de cooperación como tal, y se ha llegado a un grado de deterioro que en muchos aspectos es irreversible. A partir de ahí, el discurso del Gobierno de que se va a hacer “más con menos”, su discurso sobre la eficacia de la ayuda, o el argumento de que se están preservando capacidades para cuando los presupuestos vuelvan a crecer parecen bromas de mal gusto o, peor, una ofensa a la inteligencia.

En suma, se puede hablar de un verdadero desmantelamiento de la política pública de cooperación, que quizás apenas alcanzamos a tener. Ese proceso comenzó en la lamentable gestión que supuso la segunda legislatura del gobierno socialista, un periodo de abierta contrarreforma en el que, al final, se produce la ruptura del consenso y se inician los recortes. Pero no se trata sólo de unos recortes que, a la luz de lo que ocurre en otros países, van mucho más allá de los imperativos del ajuste. También está presente el factor ideológico: como ocurre en otras esferas de la política pública, con el cambio de gobierno la cooperación ha pasado a estar en manos de responsables políticos que no creen en ella y pretenden un cambio de modelo sin el consenso ni el debate público necesario para ese cambio.

Por |2021-02-10T11:50:13+01:0028 abril, 2014|Entrevistas|Comentarios desactivados en Entrevista a Jose Antonio Sanahuja, Vicepresidente de REEDES y profesor titular de la Universidad Complutense de Madrid

Entrevista a Koldo Unceta, Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad del País Vasco

KOLDO

PERFIL DEL ENTREVISTADO

Nombre y apellidos: Koldo Unceta

Lugar y fecha de nacimiento: Donostia-San Sebastián, 2/10/1954

Cargo e institución de trabajo: Catedrático de Economía Aplicada. Instituto Hegoa. UPV/EHU

Especialidades en estudios del desarrollo: Teoría del Desarrollo; Políticas de Cooperación al Desarrollo.

Una obra de los estudios del desarrollo que recomendarías: Celso Furtado (1965): Dialéctica del desarrollo. FCE. México.

CV: http://www.eai.ehu.es/s0036-con/es/contenidos/informacion/00036_paginas_personales/es_pa/unceta_koldo.html

ENTREVISTA

¿Cuál crees que es la situación actual de los estudios del desarrollo en España?

Creo que estamos en una situación de impasse, de transición. Al igual que ha ocurrido con la cooperación al desarrollo –y a diferencia de otros contextos- en España el mayor auge de los estudios de desarrollo se ha producido durante las últimas décadas. Pero, en algunos casos, este auge se ha producido un poco al margen de lo que comenzaba a discutirse en otros países y del cambio de paradigma que se estaba produciendo en este campo. Buena parte del impulso de los estudios del desarrollo en nuestro país se produjo en el marco de los modelos Norte-Sur, o Centro-Periferia.  Pero dichas referencias, que fueron muy importantes en su momento, en la actualidad apenas sirven para explicar una parte muy pequeña de la problemática del desarrollo mundial. Además, la fuerte irrupción de las corrientes postdesarrollistas, especialmente en el campo de la antropología, nos interpela y nos obliga a debatir sobre cuestiones que habían estado demasiado tiempo olvidadas. En la actualidad, la diversidad de los problemas relacionados con los procesos de desarrollos, así como la multidimensionalidad y multiescalaridad de los mismos, hace necesaria una nueva visión, así como una ampliación del foco, desde las disciplinas tradicionales -como la economía y la sociología-, hasta otras como la ecología, la tecnología, la educación o las ciencias de la comunicación. Creo que bastante  gente comienza a moverse ya en otros parámetros, pero no podemos olvidar que, en España, los estudios sobre desarrollo han crecido de la mano del impulso de la cooperación –incluso en lo que afecta al apoyo y a la financiación de nuestra investigación- y que muchos de los actores de la cooperación continúan operando con la convencional lógica Norte/Sur y las referencias asociadas a ella.

¿Qué retos principales se plantean para potenciar los estudios del desarrollo en España?

Creo que los estudios del desarrollo se enfrentan actualmente a importantes retos, como consecuencia de lo señalado en el punto anterior. Sin embargo, yo resaltaría una cuestión que, en mi opinión, tiene una especial trascendencia para el futuro. Me refiero a la necesidad de vincular mucho más los estudios y las investigaciones sobre desarrollo a los debates sobre la crisis. Y ello por dos motivos fundamentales. En primer lugar, porque los problemas y retos del desarrollo se plantean de hecho en el contexto de una crisis sistémica, cuyas características es preciso estudiar y comprender para avanzar propuestas fundamentadas y rigurosas en el ámbito del desarrollo humano, la equidad y la sostenibilidad. Y en segundo término, porque los estudios del desarrollo no pueden dar la espalda a los problemas del desarrollo en nuestro contexto más cercano. La situación del desempleo, de la desigualdad, de la pobreza en nuestro país, nos obligan a un esfuerzo de análisis capaz de integrar estos problemas en el marco de los cambios globales que se están produciendo y que afectan, aunque de manera diferente, a todas las sociedades y territorios del mundo. Creo que esta preocupación debería plasmarse mucho  más en artículos en revistas, en ponencias y debates en Congresos, etc. Y creo que REEDES puede ser un valioso instrumento para empujar en esa dirección.

¿Cuál debería ser el papel de las Universidades españolas en los estudios del desarrollo?

En mi opinión, la universidad constituye un espacio privilegiado para afrontar debates como los que acabo de apuntar, ya que son temas que, además, afectan al papel que correspondería jugar a la institución universitaria. Particularmente importante me parece la apuesta por la interdisciplinariedad, absolutamente necesaria para enfrentar el análisis de cuestiones complejas y poliédricas como las apuntadas. Sin embargo, soy escéptico sobre la situación actual de la universidad, excesivamente orientada hacia la hiperespecialización y cada vez más alejada de la realidad social. Vivimos tiempos difíciles para abrir espacios en la universidad en cuestiones como las que afectan a los estudios de desarrollo. La apuesta exacerbada por las competencias y las habilidades frente a los conocimientos, el afán por la mercantilización de éstos últimos, dificultan enormemente la interdisciplinariedad y el debate de ideas. Y, por otra parte, los estándares de excelencia y los rankings que se defienden se basan en considerar aspectos que poco tienen que ver con estas preocupaciones, fortaleciendo una dinámica que aleja a la universidad de sus responsabilidades en materia de compromiso social. Sin embargo, estoy convencido de que esta moda –que no nos lleva a ningún lado- acabará pasando, por lo que es importante mantener espacios dentro de la universidad –Cátedras, Institutos, etc.- en los que impulsar el debate interdisciplinar, en lo que mantener vivas algunas preocupaciones para, desde ellos, ir fortaleciendo el discurso y recuperar terreno, logrando que la comunidad académica vuelva  a interesarse por los problemas del desarrollo, por los problemas de la gente.

¿En qué medida están contribuyendo los estudios del desarrollo a definir la agenda de desarrollo post-ODM?

Creo que deberían distinguirse dos planos en este asunto. El primero se refiere a la incidencia real que los debates y los trabajos académicos de nuestro ámbito están teniendo en la configuración de dicha agenda post-2015. En mi opinión, tanto dentro como -sobre todo- fuera de España, se están publicando muchos trabajos –y de gran interés- sobre esta materia. Ahora bien, no sé hasta qué punto dichos trabajos van a influir en la definición de la mencionada agenda, al menos en lo afecta a las propuestas de los organismos internacionales. Me temo que los intereses políticos y los enfoques cortoplacistas pueden acabar imponiéndose sobre los diagnósticos más rigurosos. Cosa distinta es la orientación de lo que, en los próximos años, pueda ser la agenda de los debates sobre el desarrollo, la agenda y las preocupaciones de los que investigamos en esta materia,  y que podrán coincidir –mucho, poco, o nada- con la agenda oficial. En este sentido, considero que hay un tema crucial que está apareciendo de forma recurrente en los debates sobre el tema y que marcará en el futuro la posible convergencia o divergencia entre ambas “agendas”. Me refiero a la coherencia de políticas de desarrollo que, de alguna manera, encarna buena parte de las preocupaciones relacionadas con el mencionado cambio de paradigma, y con la multidimensionalidad del desarrollo. En mi opinión, se trata de una cuestión medular, que debe estar en el centro de los estudios del desarrollo, pero que provoca muchas tensiones cuando se trata de abordar en la agenda oficial. Creo importante incidir de manera especial sobre este asunto a la hora de plantear propuestas para el horizonte post-2015. No se trata de dejar de lado la lucha contra la pobreza ni de abandonar los esfuerzos orientados a combatir la privación humana. Se trata de enmarcar estos esfuerzos en el contexto más amplio de los cambios estructurales necesarios para avanzar hacia un mundo menos inseguro y más equitativo. De lo contrario, los pequeños logros que se consigan en el acceso a determinados bienes o servicios básicos, pueden verse arruinados por el vendaval de la inseguridad, la violencia y la incertidumbre que se están instalando en unas y otras partes del mundo, haciendo a los seres humanos mucho más vulnerables.

Por |2021-02-10T11:50:54+01:0018 febrero, 2014|Entrevistas|Comentarios desactivados en Entrevista a Koldo Unceta, Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad del País Vasco
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