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PERFIL DEL ENTREVISTADO 

  • Lugar y fecha de nacimiento: Ensenada (Provincia de Buenos Aires, Argentina). 22 de junio de 1979
  • Cargo e institución de trabajo: Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET) con sede de trabajo en el Departamento de Economía y Administración de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) / Profesor del Doctorado en Desarrollo Económico (UNQ)
  • Especialidades en Estudios del desarrollo: Política exterior, Cooperación internacional para el desarrollo, Cooperación en ciencia y tecnología
  • Un obra de los estudios del desarrollo que recomendarías: Sociología de los procesos políticos, de Torcuato S. Di Tella

ENTREVISTA

¿Cómo definirías el momento de los Estudios del Desarrollo en América Latina y España? ¿Cuáles crees que deberían ser los principales retos?
Los estudios del desarrollo surgieron en la posguerra como un abordaje sobre los problemas de los países en desarrollo. En aquellos años, predominaba cierta tentativa de “homogeneización” basada en la búsqueda de un marco analítico para pensar en una teoría general del desarrollo. Ejemplo de ello, en América Latina, son los aportes de las teoría de la modernización y de la dependencia, que, más allá de sus diferentes enfoques, compartieron una interpretación sistémica de los problemas. En la actualidad, en cambio, existe cierto consenso (en parte, tras la experiencia truncada de los enfoques one size fits all de los noventa) de que los problemas del desarrollo no pueden interpretarse desde una lógica de pensamiento único. Ello supone desechar la idea de un único mundo y aceptar la diversidad y variedad de mundos en desarrollo, espacios que son extremadamente heterogéneos, con rasgos peculiares que tienden a diferenciarlos cada vez más, desdibujando la posibilidad de una teoría general.
El gran desafío sería abordar la complejidad, pasando del etnocentrismo al pluralismo interpretativo. Esto plantea dos retos: uno es pensar sobre los procesos y problemas del desarrollo desde la escala, la diversidad, la peculiaridad y la idiosincrasia de cada caso; otro es integrar esos estudios de casos en trabajos comparativos más amplios. La elaboración teórica requerirá la apertura de nuevos programas en los posgrados orientados a recuperar y aportar miradas interdisciplinarias.
Entre tus líneas de investigación se encuentra la Cooperación Sur-Sur. ¿Qué variables deberían conjugar para que un país en desarrollo se convierta en donante del Sur? ¿Qué gana y qué pierde en el proceso?
Tiendo a pensar a la CSS no desde una relación costo/beneficio. Es necesario ir más allá de la corteza y analizar los procesos domésticos de formación de esta cooperación y su articulación con la política exterior y las políticas públicas en cada caso particular. En la mayoría de los casos, la CSS es señalada como una oportunidad que tienen los países intermedios para “invertir en ascenso”. Hay dos dinámicas que favorecen esta tendencia; una es la triangulación con otros actores, tales como organismos multilaterales, regionales, países del Norte y del Sur, organizaciones de la sociedad civil y actores privados; otra es la selectividad, que se asocia con la diplomacia de nicho, una tendencia a especializarse en el ámbito internacional en función de experiencias acumuladas en un tema (por ejemplo, Brasil en agroliamentos, Cuba en salud). Más allá de las diferenciaciones, no obstante, las cooperaciones adquieren significados peculiares de acuerdo con la estructura de las políticas públicas y la idiosincrasia que cada país le imprime hace difícil (no imposible), la comparación.
En tus trabajos afirmas que el modelo tradicional de cooperación se está agotando. ¿Haití, es un ejemplo del cambio de paradigma en cooperación Sur-Sur? ¿Qué papel jugarían estos nuevos actores en el país?
Hay un dato elocuente. Haití llegó a ocupar en 2010 el tercer lugar en la lista de países con índice más alto de la ayuda como porcentaje del ingreso bruto nacional, relegando al cuarto puesto nada menos que a Afganistán. Esto es importante para tener consideración el escenario en que tuvo lugar la experiencia inédita de CSS de la región en la pasada década, una especie de Aidland, para utilizar un término del antropólogo David Mosse.

Para un trabajo de la SEGIB hemos contabilizado 360 proyectos desplegados por un total de nueve países latinoamericanos entre 2005 y 2015 en Haití. Este número es una suerte de reflejo de las contradicciones de la región y de la CSS. Por un lado, es un número alto de proyectos, que da cuenta de una intensidad y volumen bastante importante para un solo país. Por otro lado, el hecho de que hayan existido tantos proyectos es también un síntoma de la dispersión y la fragmentación de la cooperación regional. Un claro ejemplo es que solo hubo cinco proyectos de articulación conjunta entre latinoamericanos. Por lo tanto, muy lejos se ha estado de ofrecer un paradigma alternativo al estatus asistencialista. El papel desempeñado por la región, ha tenido más que ver con un efecto en la visibilidad hacia la sociedad haitiana. Más haitianos conocen más sobre la región. En ese sentido, el aumento del flujo migratorio haitiano hacia Brasil, Argentina y Chile podría ser un claro ejemplo de ese creciente interés.

También investigas sobre temas de ciencia y tecnología. ¿Qué vínculos encuentras entre estos temas y la cooperación al desarrollo?
Aunque cierta literatura tiende a dividir CID y la cooperación en CyT como ramas diferentes, éstas tienen varios puntos de convergencia. Al igual que la CID, la cooperación en ciencia y tecnología supone también compartir e intercambiar conocimientos, pero se trata de un punto más sofisticado en un campo conformado por otros actores y agendas. La cooperación es más tenue en este campo, mientras que emergen con mayor protagonismo la exportación de bienes y servicios y los consorcios de empresas de base tecnológica. En lugar de la cooperación técnica, predominan los créditos no concesionales para el desarrollo de tecnología. En la mayoría de las ocasiones, la cooperación sirve como llave de ingreso a los negocios de un país y sus empresas.